Un breve repaso de historia (II)
- Miriam Gómez Sanz

- 23 oct 2003
- 2 Min. de lectura
Según Michel Foucault, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, se constituye lo que él llama la sociedad disciplinaria, a partir de la reforma y reorganización del sistema judicial y penal en diferentes países del mundo. En Inglaterra, se modifica el contenido de las leyes, dejando de ser un sistema penal tan salvaje y sangriento como lo era. En Francia, se modificaron las instituciones penales, pero no el contenido de las leyes. El crimen se comienza a entender separado de las faltas morales o religiosas, y relacionado con lo que daña al conjunto de la sociedad. El criminal es, en términos de Rousseau, quien rompe el pacto social. Por ello, la ley debe hacer que el criminal repare el daño causado o, cuando no se pueda, lo que se vea conveniente para que no pueda volver a repetir el daño que ha causado. Primero surgieron castigos como el exilio, la humillación pública, el trabajo forzado y la pena del Talión, pero desaparecieron rápidamente, sustituidos por las multas y la prisión.
A partir del XIX, se tiene menor interés en definir lo que es nocivo para la sociedad, y más en el control y la reforma psicológica y moral de las actitudes y el comportamiento de los individuos. El enfoque no está en castigar infracciones; sino controlar el comportamiento de los individuos (antes de delinquir) y su peligrosidad. Es decir, no se considera al individuo en función de lo que ha hecho, sino de lo que puede llegar a hacer. Por tanto, el control no puede ser solo realizado por la justicia (que vendría a actuar después de los delitos), sino también por la policía para la vigilancia; y por instituciones psicológicas o psiquiátricas (hospital, asilo), criminológicas, médicas y pedagógicas (escuela) para la corrección. Pasamos de sociedades estrictamente penales a sociedades disciplinarias, a la edad del control social.
Desde entonces hasta ahora, el control no trata tanto de indagar sobre un acontecimiento que ha ocurrido, sino de vigilar permanentemente. No se trata de saber si algo ocurrió o no, sino de saber si un individuo se comporta como debe o no, si cumple las reglas, si progresa, … Lo que ha cambiado en las últimas décadas es que ahora hay un poderoso instrumento al servicio del poder: las tecnologías digitales e Internet. Ahora, se controla a los individuos durante toda su existencia.






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