PRIVACIDAD: ¿TIENES ALGO QUE OCULTAR?
- Sara Ruiz Belmonte

- 5 dic 2003
- 3 Min. de lectura

5 de diciembre de 2003
Querido cibernauta:
Sé que puede estar un poco saturado de toda la información que te hemos ofrecido en “Control + F”, pero siento decirle que aún queda mucho más. Hoy vengo a hacerle pensar sobre un concepto que está muy vinculado al control: la privacidad. A lo largo de todas las entradas del blog, hemos tratado formas para evitar el control, hemos destapado estafas estatales de control sobre la población, pero nunca nos hemos preguntado acerca de la privacidad. Solo sabemos que la privacidad es un concepto vulnerado, sobrepasado por el deseo de control de los Estados y las grandes empresas. Por esta razón, en esta entrada debemos preguntarnos ciertas cuestiones. ¿Por qué nos importa tanto el control?¿Qué nos supone la privacidad? ¿Tenemos algo que ocultar? Todas estas preguntas y más, las responderemos en las próximas entradas.
La privacidad personal es la capacidad que tenemos las personas para decidir quién tiene acceso a nuestra información personal y controlar su difusión.
Atendiendo a esta definición, la privacidad hace referencia a la capacidad de decisión del ser humano para compartir su información personal, es decir, todos aquellos datos que permitan identificar a una persona. Asimismo, cabe añadir que en los países democráticos la privacidad es un derecho que debe ser protegido. La privacidad es un derecho del cibernauta en el ciberespacio, un derecho que le permita mantener a salvo su información más privada. Por esta razón, la privacidad debe ser analizada desde una dimensión individual, partiendo de su valor intrínseco y de su valor meramente instrumental. En el mundo digital y del control, uno debe preguntarse si la privacidad debe mantenerse con un fin o es solo un trámite para conseguir un propósito. El valor intrínseco de la privacidad se halla en su unión con la autonomía, las dos se nutren, puesto que si uno tiene privacidad, puede convertirse en un ente independiente. De ahí que la privacidad se convierta en un derecho, sobre todo cuando hablamos del ciberespacio, ya que es una condición esencial a respetar. Respecto a la privacidad como instrumento, se puede vincular a las relaciones sociales, confiando en el otro, respetando su privacidad y configurando la relación.
Sin embargo, en años posteriores, allá por 2023, va a surgir un debate respecto a la privacidad y la transparencia en el ciberespacio. En este contexto, el ciberactivismo quedará algo enterrado y comenzará a surgir una cierta tendencia conformista que lleva por bandera el lema: “Que me controlen, no tengo nada que ocultar”. De esta afirmación, puede surgir la siguiente cuestión: ¿Verdaderamente no hay nada que ocultar? Cuando intentamos responder a esta pregunta, es inevitable pensar que la afirmación “No tengo nada que ocultar” es equívoca, ya que no podemos reducir la privacidad a cinco palabras. Responder a la pregunta implica ir más allá, debido a que “ocultar” no solo hace referencia a ocultar alguna acción considerada ilegítima o criticable en la sociedad. El término ocultar puede referirse también a proteger tu vida, tus decisiones, tu entorno, tu familia. La transparencia perfecta en la sociedad no existe, al igual que tampoco existe una afirmación completa de “No tengo nada que ocultar”. El que no tiene nada que ocultar, no tiene nada verdadero por lo que luchar, por lo que proteger su privacidad del control estatal. Todas estas reflexiones nos llevan a pensar que la privacidad puede ser usada como un arma política. Te dejo pensando y nos vemos en la próxima entrada.






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