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El poder amable III, aún hay esperanza


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Queridos cibernautas,


Esta es mi tercera y última entrada sobre el poder amable. Espero, tras las tres partes, haberle invitado a reflexionar y a llegar a conclusiones sobre el tema, de todas formas, quiero aprovechar este texto para plasmar mis propias conclusiones.


Dejando de lado el poder amable en el plano interpersonal, me gustaría poner el foco en el contexto digital. Aunque partimos de la base de que el control es negativo para nuestra sociedad, permítame hacer de abogado del diablo por un momento para exponer argumentos a favor del poder amable, pues no todo es —o debería ser— oscuro. Por un lado, el poder amable puede utilizarse para promover comportamientos positivos, como la participación cívica, la responsabilidad social o la colaboración en línea. Por otro lado, también podría emplearse para mejorar la experiencia del usuario en plataformas digitales, haciendo que la interacción sea más fluida y personalizada. No obstante, soy perfectamente consciente de que ambas propuestas son fácilmente rebatibles, pues la primera es un ideal, una ínfima parte del uso del poder amable; y la segunda, propone las experiencias personalizadas como algo positivo para la sociedad, participando de la individualización feroz que caracteriza esta sociedad capitalista. Aun así, considero importante conocer los argumentos del enemigo y ser capaz de rebatirlos. No obstante, el peso negativo es sustancialmente mayor, poniendo algunos ejemplos de entre muchos, es evidente que el poder amable en el mundo tecnológico, especialmente cuando es en masa, es capaz de manipular la opinión pública. Difundir información sesgada o crear narrativas específicas son solo algunas de las formas a través de las cuales, una plataforma que, a priori, parece ayudar a la sociedad, puede llevar a una alteración total del pensamiento colectivo. Además, el riesgo para la privacidad no pasa desapercibido, hemos hablado en este blog de las restricciones que la UE ha puesto a META por recopilar una cantidad excesiva de datos y comercializar con los, esto, como la monitorización constante del comportamiento en línea, son solo algunos ejemplos de cómo las grandes tecnológicas, tras presentarse como salvadoras, permean en la sociedad y logran tomar el control.


Para acercarse a nosotros, esas tecnológicas comienzan empleando estrategias que debemos conocer. Una de ellas es el uso de interfaces amigables, los colores vivos, dinámicos y agradables logran que identifiquemos al sitio web o app como inofensiva y amigable. De la misma forma, el desarrollo de algoritmos de personalización nos hace sentir, si no reflexionamos sobre ello, que somos únicos y diferentes, esta sensación suele ser positiva. Otra de ellas, más peligrosa, es lograr que lo identifiquemos con la felicidad, lo que comienza siendo una ayuda para socializar o entretenernos, termina convirtiéndose en una adicción. Desde la llegada de notificaciones, que genera dopamina, hasta la sencilla cadena de contenido aleatorio y estimulante, generan una sensación inicial de felicidad a la que terminamos siendo adictos. Una vez nos encontramos en esa situación de adicción, somos tremendamente controlables.


Para cerrar esta reflexión, creo que debemos mirar hacia dos lugares. En la parte más negativa, la adicción a las redes sociales y el tráfico de datos personales con fines económicos no deja de crecer, problemas de salud mental, alteración de la opinión pública y falta de privacidad son algunas de las consecuencias de todo ello. No obstante, en la parte positiva, encontramos que cada día también son más las personas que perciben este peligro, hablan de ello, llevan a cabo desintoxicaciones digitales y vigilan los datos que comparten. Además, aunque las grandes tecnológicas dejan de lado su responsabilidad ética a cambio de lucrarse, hay muchas organizaciones que están desarrollando leyes, medidas y denuncias públicas en pos de la transparencia de las empresas y del consentimiento de los usuarios. Es cierto que trata de una tecnología relativamente nueva, el capitalismo ha sabido aprovecharlo y a los consumidores les ha pillado desprevenidos y, a muchos, les está empezando a consumir. Pero también es cierto que hay muchas personas que comprenden el problema y están haciendo lo necesario para conseguir sacarnos de este yugo invisible y lograr que lo que se presentó como una herramienta para ayudar, realmente lo sea.


Un saludo y manténgase alerta.






 
 
 

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