LAS REGLAS DEL JUEGO
- Ainhoa Ventura Trenado

- 12 oct 2003
- 2 Min. de lectura
12 de octubre de 2003
Querido cibernauta:
Vengo a recomendarte una película que se estrenará dentro de 9 años, Don't worry darling, cuyo guión será escrito por Katie Silberman. En este thriller psicológico podrás conocer la historia de Alice, una mujer con un marido perfecto que vive una vida perfecta en una ciudad también perfecta. Pero pronto Alice averigua lo que esconde tanta perfección y las dudas sobre su propia realidad la conducirán hasta la verdad del misterioso proyecto Victoria en el que trabajan todos los hombres de la ciudad, entre ellos su marido. Ahora bien ¿por qué necesitas verla?
Tras ver esta película te resultará más fácil entender la importancia de ser creadores del discurso en el que nos insertamos. En entradas anteriores te hemos advertido del papel casi exclusivo de los hombres en la futura creación y diseño de las lógicas dentro del ciberespacio. Si los hombres crean el juego, suyas serán también las reglas del mismo. En tanto que suyas, las reglas seguirán una lógica patriarcal en las que son ellos los que resultan beneficiados. En Don't worry darling, los hombres trabajan en un proyecto secreto de creación de una realidad virtual paralela en la que viven ellos y sus esposas. Las mujeres, como parte del discurso de esa realidad virtual, naturalizan su posición de amas de casa, complacientes y conformes con sus vidas. Todo desplazamiento del discurso, todo cuestionamiento de la felicidad asociada a ciertos comportamientos, supone el juicio y rechazo de la mirada ajena, la muerte social, pues será tachado de locura o enfermedad.
Lo mismo ocurrirá en un ciberespacio que pronto reproducirá lógicas patriarcales. Los hombres hacen ciencia y tecnología y la hacen perpetuando su posición dominante y la subordinación de la mujer. No es de extrañar que la voz o imagen que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en un asistente virtual hecho con inteligencia artificial sea la de una mujer. Los que crean estos robots futuristas que hacen todo para nosotros son hombres, y, por tanto, la lógica patriarcal les hace creer a sus asistentes con forma de mujer. Así pues, el cuerpo y la voluntad de las mujeres permanecerán subordinadas a los intereses de los hombres.
La semejanza entre esta distopía y la realidad que nos espera (hoy también distópica) la encontramos en la importancia del discurso. Si mujeres y hombres seguimos tomando desigualdades estructurales como naturales, el juego seguirá teniendo sentido en cualquier ámbito en que se apliquen sus reglas y, por tanto, también en el ciberespacio. Si, en cambio, desnaturalizamos dichas estructuras y llevamos a cabo un desplazamiento del discurso, entonces podremos revertir estas desigualdades y, quien sabe, descubrir una verdad más profunda…
Ainhoa Ventura Trenado






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