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GENÉTICA O GÉNESIS, EL DEVENIR DE LA VIDA

(4/5) Aldous Huxley nace en 1894 y en 1932 publica la novela Un mundo feliz, una de las grandes referentes en este género de ciencia ficción. Un futuro deshumanizado donde los individuos están divididos según un sistema de castas (casi como la de los hindúes) y están creados y alterados genéticamente. El Estado Mundial controla la reproducción y administra la vida de la población con el propósito de garantizar su felicidad.

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Esta alteración recuerda desde a Platón hablando de la eugenesia hasta la película de 1998, Gattaca de Andre Niccol. En dicho filme los bebés son elegidos genéticamente para enfrentarse mejor al mundo. Y en Platón – y en una visión nazi de la selección natural de Darwin – solo sobreviven los más fuertes; es decir, los genéticamente mejores. Pero lo que influyó a Huxley fue la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias económicas, como son los Felices años 20 hasta el crack del 29.


Las personas cumplen el rol social que se les ha asignado. La novela comienza con una descripción de un mundo futurista en la que un grupo de estudiantes visita el Centro de Incubación y Condicionamiento de Londres. El director de la fábrica les explica cómo la sociedad está dividida según su inteligencia, desde los Alpha hasta los Epsilon. Durante el recorrido, a los estudiantes se les explica cómo el mundo está organizado después de que la crisis económica les destruyera.


Los protagonistas, Bernard Marx y Lenina, claras referencias a Marx y a Lenin, visitan la reserva salvaje, cuyos habitantes son considerados “retrógrados”. Allí conocerán a El Salvaje, al cual llevan al Estado Mundial, donde comienzan a surgir comparaciones y puntos entre ambos mundos, se desmantela una sociedad que no era tan perfecta, o que no era un mundo tan feliz. Porque en el Estado Mundial viven personas que solo viven para el trabajo y el beneficio de los demás. No hay espacio para nada más.


Sí, «hoy día todo el mundo el feliz». Eso es lo que ya les decimos a los niños a los cinco años. Pero ¿no te gustaría tener la libertad de ser feliz… de otra manera? A tu modo, por ejemplo; no a la manera de todos. (p.65)

Se destruyen por completo las relaciones que caracterizan al humano, se dinamita el individualismo y ya nadie obra por voluntad propia. Las personas se convierten en meros peones del sistema productivo, sin capacidad de razonar. Sin embargo, como criticó Adorno en "A propósito de Un Mundo Feliz", acusó a Huxley de crear miedo hacia el progreso


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Una toma Prozac como Tic Tac Los pasa con coñac y con Balzac La otra, le gusta Arjona y Coelho Juega con su pelo, quiere ser modelo


Rubia Sol morena luna, Caramelos de Cianuro


Pero ¿por qué no se rebelan? Prozac, ansiolíticos, xanax, fentanilo… Las benzodiacepinas serán las nueva pastillas que adormezcan al mundo. En el Estado Mundial, la soma es la droga que genera una felicidad (¿artificial?) en sus ciudadanos. Anula su voluntad y sus ideas a cambio de una felicidad impostada.


¿Cuál es entonces el mensaje final de la obra de Huxley? Simplemente, un alegato a favor de la libertad, no entre la civilización y la barbarie. Tanto las novelas anteriormente mencionadas, como son 1984 y Nosotros, tienen un componente común. Y es la pasión. La pasión del hombre, ese elemento tan romántico, es el que hace que la vida tenga más incertidumbre, más preocupaciones. Que sea, más humana.

 
 
 

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